Antimio Cruz | Crónica
La AMC premió una investigación de la UAS, encabezada por Omar Lizárraga Morales, en la que se identifica que desde el año 2011 comenzó a aumentar la migración de jubilados estadunidenses a México, en particular a dos ciudades: Mazatlán, Sinaloa, y Cabo San Lucas, Baja California Sur.
Aunque el Instituto Nacional de Migración de México sólo tiene registrados a 65 mil estadunidenses viviendo permanentemente en México, organizaciones públicas y privadas como el Consejo Nacional de Población y la consultora Tourism Global Position calculan que actualmente un millón de ciudadanos de Estados Unidos vive en México o tiene una propiedad en este país. Esta migración norte-sur, ha sido poco documentada, pero las investigaciones más sólidas, hechas en la Universidad Autónoma de Sinaloa, concluyen que este fenómeno comenzó a acelerarse en 2011 y todavía puede crecer en los próximos 10 o 15 años.
La explicación entre la diferencia de datos que tiene el gobierno de México y los cálculos de consultoras privadas y universidades tiene que ver con el hecho de que muchos de los estadunidenses que viven parte de su tiempo en México son jubilados que entran con visa de turista y mantienen movilidad entre los dos países, lo que les permite la estancia legal sin necesidad de registrar legalmente su residencia en este país.
Debido a la importancia social, económica y política de esta migración, la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) premió una investigación de la Universidad Autónoma de Sinaloa, encabezada por el doctor Omar Lizárraga Morales, en la cual se identifica que muchos de los migrantes estadunidenses a México son jubilados que nacieron después de 1946 y que pertenecen a la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial —también conocida como Babyboomers—.
En entrevista exclusiva con Crónica, el doctor Lizárraga explicó que los estados de Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Guanajuato y la Ciudad de México son los destinos de residencia preferidos por los jubilados de Estados Unidos. El experto en migración realizó estudios de casos particulares en dos ciudades: Mazatlán, Sinaloa, y Cabo San Lucas, Baja California Sur.
“La mayoría de estos migrantes no se registran ante el Instituto Nacional de Migración porque tienen que cumplir con muchos requisitos, por ejemplo: demostrar un ingreso mínimo de 29 mil pesos mexicanos. La mayoría cumple este requisito sin ningún problema, pero prefieren vivir en México con visa de turista, permanecer en este país seis meses y luego hacer un viaje a Estados Unidos y volver a regresar como turistas y les renuevan la visa automáticamente. Así pueden durar muchos años, con visa de turista. Esas personas no entran en las estadísticas oficiales y por eso es difícil cuantificar el tamaño objetivo de esa población”, dice el investigador sinaloense.
El doctor Lizárraga recibió el pasado viernes 12 de enero el Premio de Investigación en Ciencias Sociales, de la Academia Mexicana de Ciencias, que le entregó el presidente Enrique Peña Nieto, en Querétaro.
La migración norte-sur de jubilados no es exclusiva de la relación México-Estados Unidos, en otras partes del mundo también ocurre, como es el caso de España, donde se recibe a muchos jubilados del norte de Europa, como Alemania, Reino Unido y los países nórdicos.
En parte, la migración de personas que han terminado su ciclo laboral ha sido estimulada por la búsqueda de mejor clima y por la diferencia en el nivel socioecónómico, que les favorece y hace rendir mejor sus recursos de jubilados.
FLUJO INVERSO. Las investigaciones sobre migración internacional generalmente se enfocan en el flujo de personas que se desplazan desde los países con economías más débiles hacia las naciones económicamente más robustas. Omar Lizárraga se ha dedicado a estudiar otro tipo de migración, la que ocurre desde países ricos hacia economías más débiles.
Lizárraga tiene como carrera original la licenciatura en Turismo y en 2004 inició estudios de maestría; él identificó que en su ciudad de residencia, Mazatlán, Sinaloa, existía un flujo de jubilados estadunidenses y canadienses que permanecían en esa ciudad durante plazos largos. Ese año comenzó a trabajar ese tema. Así realizó investigaciones para obtener su maestría y su doctorado en ciencias sociales.
“Comencé a estudiar estos grupos desde varias perspectivas, como su perfil socioeconómico, sus redes sociales y las diferencias entre el tipo de jubilados que migran a diferentes estados. Un hallazgo, por ejemplo, fue que en estados como Sinaloa habitan adultos que nacieron antes de 1946, es decir, que son personas que nacieron antes del corte generacional de los Babyboomers y que fueron trabajadores o empleados; mientras que a Baja California llegan quienes componen la generación del Babu boom: personas recién jubiladas, con 65 años de edad, que tienen un perfil más cercano a la vida de empresarios, consultores o inversionistas”, dijo Omar Lizárraga, quien también es profesor e investigador de la UAS.
Otro factor que influye en los movimientos migratorios, ya sean de sur a norte o de norte a sur, es el desequilibrio en el sistema económico global. “Los emigrantes de países en vías de desarrollo se dirigen hacia el norte motivados por cuestiones laborales; mientras que los de países desarrollados viajan hacia economías en proceso de maduración porque su poder adquisitivo aumenta”, señaló el investigador que también ha sido galardonado por la Academia Mexicana de Investigación Turística.
CASAS Y MÉDICOS. En julio de 2017 se realizó un seminario en Tijuana, Baja California, para analizar el fenómeno de la migración de jubilados de Estados Unidos a México, desde el punto de vista inmobiliario y de salud.
En ese encuentro, Rubén Morales, presidente de la consultora Tourism Global Position, informó que en la actualidad se calcula que un millón de estadunidenses vive en México o son propietarios de una segunda vivienda en ese país.Según Morales, uno de los retos que enfrenta México es la promoción.
“Considero que desarrolladores mexicanos todavía no descubren el 100 por ciento del mercado estadunidense y sus beneficios. Hay que aprovechar este sector que quiere emigrar a México”, agregó.
Desde otra perspectiva, Jorge Chávez, especialista en cardiología en la ciudad de Puerto Vallarta, explicó que uno de los principales retos que enfrentan las personas mayores que quieren mudarse a México es encontrar medicina de calidad, médicos certificados y que hablen el idioma. Chávez resaltó que cada vez son más las personas que desean retirarse fuera de Estados Unidos y Canadá y ven a México como una opción de peso.
Entre las principales razones por las que se mudan a México está el bajo costo de vida en relación con Estados Unidos, las condiciones favorables del clima y la cercanía con su país.
Un 70 por ciento de los estadunidenses que vive en México viene de los estados de California y Texas, y 30 por ciento es de los 48 estados restantes.
Chávez agregó que los viajeros o posibles compradores de casa buscan facilidades médicas para tratar la mayoría de las enfermedades y que la llegada de extranjeros a México plantea retos en diferentes sectores, en especial en el mundo de la medicina.
“Es primordial tener una póliza de extranjero, ya que un 95 por ciento de las personas que viajan o se retiran a vivir a México recurren a la medicina privada”, manifestó.
NUEVAS DISPARIDADES. Uno de los objetivos de investigación del científico social es describir las prácticas transnacionales de estos migrantes estadunidenses, así como el impacto social y económico que tienen en las comunidades a las que llegan. La metodología que Lizárraga Morales utiliza está conformada principalmente por tres rubros: trabajo de campo, encuesta y entrevista de profundidad.
Al realizar estudios comparativos de la migración estadunidense en Mazatlán y en Cabo San Lucas, el investigador, que realizó estudios de posgrado en la Universidad de Alicante, España, notó que en Mazatlán los jubilados tienden a integrarse más al tejido social local, por ejemplo, compran casas en colonias donde hay mexicanos, consumen productos locales, aprenden un poco del idioma español y algunos incluso se casan con mexicanos o mexicanas.
En contraste, en el caso de los jubilados que se mudan al estado de Baja California Sur, tienden a agruparse en colonias o zonas residenciales exclusivas y a aislarse de los residentes locales, incluso construyendo grandes muros o estructuras defensivas para evitar robos u otro tipo de ingreso no controlado.
“El hecho de que convivan en el mismo espacio dos poblaciones con diferencias socioeconómicas tan marcaras crea una polarización social y económica muy marcada, como se puede ver en Los Cabos. Hay que recordar que en las ciudades turísticas la población local trabaja principalmente en el sector servicios, con sueldos bajos. Entonces, todo esto se refleja en las condiciones de vida. La población local vive en las periferias con restricciones en el acceso a agua, mientras los estadunidenses tienen albercas y campos de golf. Esto se ve en otros servicios y la polarización social es evidente”, indicó.
Este último fenómeno tiene aspectos preocupantes porque señala el nacimiento de un nuevo tipo de desigualdad social en las zonas donde hay jubilados de Estados Unidos. El investigador recién galardonado subraya que si bien el fenómeno migratorio de jubilados puede representar oportunidades, también hay que observarlo desde un punto de vista crítico, puesto que ya hay casos en los que los nuevos residentes privatizan espacios públicos o construyen estructuras arquitectónicas defensivas que invaden espacios de amortiguamiento ambiental, como las dunas de arena y las playas.
De acuerdo con el investigador, la migración de jubilados estadunidenses hacia la región noroeste de México continuará en los próximos 10 o 15 años, promovido principalmente por la cercanía geográfica, ya que tanto Mazatlán como Cabo San Lucas se ubican casi a la misma distancia de la frontera norte, y porque los migrantes estadunidenses instalados en nuestro país pueden ser una referencia para otros migrantes potenciales.
TERCERA EDAD MIGRANTE. En los años 2015 y 2016 la revista estadunidense International Living hizo una encuesta entre ciudadanos estadunidenses mayores de 60 años sobre los mejores lugares para retirarse y México ocupó el tercer lugar en ambos años.
De acuerdo con información del Consejo Nacional de Población (Conapo), en este país viven alrededor de 1 millón de estadunidenses y un gran porcentaje son jubilados.
El doctor Omar Lizárraga dice que éste es apenas un pequeño porcentaje de la generación nacida entre 1946 y 1964, que suman casi 76 millones de personas.
Cuando se analiza la totalidad de extranjeros de más de 60 años que viven en México, los cálculos de Conapo estiman que poco más de la mitad es estadunidense (52.36 por ciento), le siguen españoles (14.46 por ciento), guatemaltecos (6.3 por ciento), canadienses (5.22 por ciento) y cubanos (4.75 por ciento).
Los factores que más estimulan la migración norte-sur son un clima más tolerable, precios competitivos en la venta de casas y cercanía con Estados Unidos, lo que convierte a México en un lugar ideal para aquellos retirados estadunidenses que combinan su estancia en ambos países.
Según la lista de la revista International Living, los destinos preferidos por los jubilados que migran a México estuvieron encabezados, en 2015 y 2016, por: el Lago de Chapala, Jalisco, debido a que ya existe una comunidad de estadunidenses establecida; le siguen Puerto Vallarta, Jalisco, seguido por Tijuana, Los Cabos y Ensenada, en Baja California.
Fuente original: http://bit.ly/2Dcz8JF
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