Cohousing: ¿y si te jubilas con tus amigos?

Por: Alberto Piernas Medina

En unos tiempos de gran cambio social, el llamado “cohousing” se convierte en una opción tan novedosa como quizás necesaria.

Con amigos, la vida es más fácil

Tiempo de lectura 5 minutos

Durante los últimos años se han realizado numerosos estudios a fin de descubrir cuáles son los lugares del mundo con mayor esperanza de vida; las conocidas como “zonas azules”.

Y la conclusión, casi siempre, arroja los mismos resultados: la Península de Nicoya, en Costa Rica; las islas japonesas de Okinawa, la isla griega de Icaria; Ogliastra, en Cerdeñay la ciudad de Loma Linda, en California.

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Pero si hurgamos algo más, descubriremos que estos destinos engloban entre sí características similares: son lugares cercanos al mar, generalmente de carácter rural (lo cual implica cierto ejercicio), donde se consumen productos sanos y naturales pero, especialmente, en los que se fomenta el poder de la comunidad.

“Aristóteles ya dijo en su momento que el ser humano es un animal social”, cuenta el psicólogo Sebastián Mera a Traveler.es. “El factor comunitario aporta numerosos beneficios al ser humano, entre ellos la capacidad de protección, el sentido de pertenencia (lo cual estimula la autoestima), o la erradicación de la soledad”, continúa.

Y de repente, muchos de nosotros nos preguntamos dónde quedó esa necesidad en el mundo actual, especialmente en Occidente y sus áreas urbanas. Porque la sociedad de hoy, a pesar de sus cañitas y emojis de corazón, sigue siendo solitaria. Aunque no lo reconozcamos.

Nos presentamos a través de redes sociales que ejercen de avatar maquillado, tanteamos relaciones a través de “matches”, y fomentamos una siniestra relación entre consumismo y autorrealización. Un cocktail molotov que deja un poso, cuanto menos, amargo: la incapacidad para pedir ayuda en un mundo demasiado exigente.

“Vivimos en una sociedad idealista y sabemos que costará mucho imitar el modelo de jubilación de nuestros padres y abuelos”, continúa Sebastián. “Si a ello sumamos la incertidumbre ante la situación actual, el futuro en cuanto a trabajo, economía y relaciones sociales cambiará mucho.”

¿Dos elementos clave para ser felices? Naturaleza y compañía.

Este modelo de vida, a veces práctico, otras desolador, dibuja un lejano horizonte no exento de incertidumbre. Especialmente cuando más de 2 millones de personas de la tercera edad viven solas en nuestro país, según informa Geriatricarea.com.

De ese futuro incierto nacen iniciativas como el cohousing, una alternativa cada vez más abrazada a la hora de optar por una vida o jubilación en compañía, si bien no excluye a ningún rango de edad o condición social.

Cohousing: Cuando la vida es más fácil entre amigos

También conocido como “covivienda” en español, el cohousing es un tipo de comunidad intencional de diferentes casas privadas y agrupadas a partir de diferentes espacios comunitarios.

A su vez, las normas de convivencia son manejadas por los propios residentes desde el primer momento, a modo de contrapunto a la soledad urbana que impera en estos tiempos. O mejor dicho, la respuesta al típico “¿Nos montamos un pueblo de amigos?” que a veces pulula en el aire cuando estamos hartos del sistema.

“El cohousing engloba numerosos beneficios”, cuenta a Traveler.es Cristina Cuesta, fundadora de la plataforma Cohousing España.

“En términos de vivienda, incorpora modelos cooperativos asequibles, mientras que a nivel económico supone un ahorro de costes para los miembros. Además, la salud se ve mejorada al vivir en entornos sociales que combaten la depresión o la soledad y, por supuesto, también hay un componente ecológico en forma de viviendas de bajo impacto medioambiental”, continúa.

¿Nos montamos un pueblo de amigos?

“No obstante, tampoco está exento de dificultades, ya que engloba nuevos patrones culturales, socio-sanitarias o jurídicos aún por desarrollar”.

Un modelo que cada vez se extiende más por todos los países de Occidente, sugiriendo historias y anécdotas que se adaptan a nuevas situaciones como, por ejemplo, el confinamiento que vivimos actualmente a causa de la pandemia global.

“Cuando aprendí a pedir ayuda”

Alan O’Hashi es un documentalista estadounidense que supera los setenta años de edad. Tras realizar diferentes viajes por convenciones y festivales de cine, en enero de 2014 le fue diagnosticado un tipo de neumonía fúngica similar a la que padecen los pacientes de SIDA. Solo en aquel momento, sintió que ya no podía seguir siendo autónomo.

“Pertenezco a un país, Estados Unidos, donde pedir ayuda es sinónimo de debilidad”, asegura Alan.

“Por ese motivo decidí formar parte de un proyecto de covivienda en el que todos somos dueños de nuestras propias casas pero donde, especialmente, podemos apoyarnos unos a otros: contribuir con las tareas domésticas, acercar a un vecino en coche al hospital, o realizarnos unos a otros los cuidados necesarios”.

Durante los primeros meses, Alan tenía claro “qué” era el cohousing, pero no el “por qué” hasta poco antes de sumergirse en un túnel de luz incierta a causa de su enfermedad. “Adaptar la clavija del cohousing al enchufe del individualismo no es fácil”, continúa.

Asistido por algunos de sus vecinos, hasta ahora Alan ha realizado el documental Envejecer agradecido: El poder de la comunidad y continúa escribiendo en su blog acerca de nuevos episodios, entre ellos la pandemia (y consecuente aislamiento) que el planeta vive actualmente.

“Poco antes de declararse el estado de alarma en Estados Unidos, accedimos a una serie de grabaciones con consejos acerca de las diferentes medidas”, escribe Alan.

“En mi cohousingvarios vecinos se han aislado tras regresar de un viaje o sufrir síntomas, pero seguimos manteniendo el contacto y reuniones a través de la aplicación Zoom, desde donde hemos establecido una serie de pautas. Ahora cuidamos el uno del otro, pero hemos agudizado nuestro sentido de la hipervigilancia.”

Y también, el de la previsión: “De hecho, ahora mismo estoy comiéndome toda la comida de emergencia y, si esto continúa, me tocará comerme todos esos bocadillos que no me gustan demasiado”, escribe Alan. “Eso sí, fuimos muy previsores y no nos faltará papel higiénico”.

 

Artículo original: https://www.traveler.es/experiencias/articulos/cohousing-compartir-casa-con-amigos-jubilacion/17786

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