
A menudo se asocia el envejecimiento activo con actividades que involucran la realización de actividades físicas y aprendizajes de comportamientos saludables. Pero el envejecimiento activo, también pueden conectar a las personas con la motivación de lograr una vida autorrealizada.
Lo trascendental de este concepto es que incluye las disposiciones humanas, naturales o adquiridas para asumir determinados cambios que reflejen el crecimiento para alcanzar metas y objetivos personales. Disposiciones, que en la vejez son muy relevantes ya que brindan motivación para emprender un estilo de vida con sentido y gratificación por lo realizado.
En la actualidad, la autorrealización ha sido formulada como un principio de derecho humano de las personas de edad; como una oportunidad que debe ser garantizada a través de propuestas educativas y de disfrute, como condición necesaria para que las personas de edad puedan desarrollar todo el potencial posible y tener sentido de realización.
En el año 1991 la Organización de las Naciones Unidas estableció a la autorrealización como un principio a aplicar para avanzar en la promoción de la calidad de vida. Diciendo que “las personas de edad deberán poder aprovechar las oportunidades para desarrollar plenamente su potencial”.
Además “deberán tener acceso a los recursos educativos, culturales, espirituales, y recreativos de la sociedad”. Principio, también asumido en el artículo N°3 de la reciente Convención Interamericana de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. (O.N.U. Res. 46/91, 1991) (O.E.A. FNC-42619, 2017)
Esto es de interés gerontológico ya que en el diseño de lo humano contamos con una aspiración por superarnos, independientemente de la edad, que implica aprender significados, valores y fines, que traspasen nuestras propias fronteras. Manifestándose, en ocasiones, como una necesidad de auto-exigencia de trascendencia, como inquietud, como cierta insatisfacción, como una pertinaz llamada a buscar una vida mejor hacia la autorrealización. (Quitmann, 1989).
En esa búsqueda, encontramos algunas perspectivas sobre la “autorrealización”:
Autorrealización como motivación y necesidad. ( Maslow, A. 1983, 1991)
Abrahan Maslow (1943), identifica la madurez personal como autorrealización. Ésta supone un proceso de trascendencia desde las necesidades básicas, hacia las necesidades superiores: la satisfacción de necesidades fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima y reconocimiento hasta llegar a una necesidad superior de autorrealización.
Por medio de una superación de necesidades desarrollamos el crecimiento para “llegar a ser una persona”. “Ser una persona es alcanzar la madurez y la autorrealización”.
El ámbito de la motivación humana se halla regido por un principio organizacional de orden jerárquico, de modo que las necesidades de crecimiento, que conducen a la autorrealización, están situadas por encima de las necesidades fisiológicas y de seguridad, amor y pertenencia y atención, conforme al principio dinámico fundamental de potencia relativa, en la persona sana las necesidades más potentes aparecen después de gratificar las menos potentes o básicas.
La madurez y autorrealización de una persona sólo acontece de un modo completo cuando sus potencialidades están desarrolladas y actualizadas plenamente. Cuando ha aprendido todo lo que estaba latente en ella para llegar a ser la persona que esperaba ser. El continuo ascendente de la jerarquía de necesidades de Maslow acaba en la autorrealización, que podría decirse que es la única necesidad propiamente dicha y el estado resultante de un proceso de crecimiento infrecuente entre la población adulta.

Por ejemplo, cuando nos sentimos desmotivados tendríamos que preguntarnos ¿qué necesidades hemos desatendido? Tal vez estemos ocupando mucho tiempo en trabajo o tareas y hemos desatendido la vida social y las actividades de disfrute personal, que nos llenan como persona. Para esta perspectiva las necesidades de autorrealización son necesidades de ser, motivación de crecimiento, de un disfrute que le da sentido a la propia existencia. Tan relevantes para tener bienestar y calidad de vida en la vejez.
Autorrealización como completitud o consumación del curso de la vida humana. (Bühler, Ch. 1962; Frankl, V.1994)
Para Bühler (1962) se considera como autorrealizada a la persona que dirige su vida hacia metas y objetivos que representan sus valores y el sentido de su vida. Desde esta postura la autorrealización define la importancia de tener metas a alcanzar en la vejez. Una lucha y superación de dificultades para una integración de lo vivido, nunca carente de tensión, entre diversas metas y objetivos.
La autorrealización consiste en delimitar qué metas y objetivos que hay que alcanzar para una vida plena o también malograda; e implica realizar un balance de vida, durante el trayecto vital. La autorrealización es esa vida culminada, un sentimiento de completitud o consumación, que presupone que se hayan potenciado las tendencias básicas de la vida y logrado los objetivos.
Bühler concluye que el resultado positivo o negativo de ese “balance vital” que otorgaría una vida autorrealizada, dependiendo directamente de la tensión de cuatro tendencias:
- Tendencia a la satisfacción de necesidades
- Capacidad de adaptación frente a las cuestiones que nos auto-limitan
- La expansión de nuestra capacidad creadora
- Tendencia al mantenimiento del orden interno y un equilibrio que permita tener un buen balance final.
En la misma dirección de preocupación por el sentido de la existencia, se halla el concepto de voluntad de sentido de V. Frankl (1988), que viene a significar el esfuerzo que realiza la persona por hallar un significado a la propia vida, sentido que ha de descubrir y cuya plenitud debe alcanzar.
La Voluntad de Sentido constituye la fuerza motivacional primaria en el hombre. La genuina peculiaridad de la vida humana es la “autotrascendencia”, que es la capacidad del ser humano para abrirse a la realidad; para tomar protagonismo social y develar qué sentido tiene su vida más allá de sí mismo. La autorrealización esta fuera de sí mismo y hay que trascender socialmente para realizarse desde un rol protagónico en la vida social.

Los conceptos de autorrealización como cumplimiento del curso de la vida (Bühler) o como voluntad de sentido (Frankl) subrayan la dimensión propositiva de la persona como necesidad existencial de autorrealización. Marcando la relevancia de definir un proyecto de vida en la vejez con objetivos y metas a alcanzar por medio de esa fuerza primaria y motivacional que es la voluntad de sentido que otorga sentido a la vida y en un entorno social.
Autorrealización, un proceso para convertirse en persona integralmente. (Rogers, C. 1902-1987).
Esta tercera perspectiva de autorrealización enfatiza la idea de proceso, refiere que la persona con el tiempo puede acabar en la autorrealización, esto es convertirse en persona integralmente, para lo cual implica revisar los aspectos de su vida que debe integrar como parte de un todo en equilibrio.
La persona que funciona integralmente, está “abierta a la experiencia”, sus constructos cognitivos son flexibles y cambiantes, susceptibles de modificación sobre la nueva evidencia proveniente de la vivencia interna, supone descubrir la estructura de la experiencia en el proceso de vivirla. Se trata de entender el propio desarrollo como vía de “llegar a ser”.
Se trata de alguien que acepta la responsabilidad de su comportamiento, que se acepta a sí mismo y a los demás, capaces de adaptarse singularmente a las proteicas circunstancias de la vida. Esta peculiar apertura a la experiencia implica que la persona muestre una especie de “sensibilidad emocional amplificada”, mediante la cual puede experimentar de un modo más intenso la amplia gama de sentimientos humanos.

Para esta perspectiva la autorrealización destaca la importancia del crecimiento personal a lo largo de toda la vida y en todas las dimensiones de la persona. Supone una valoración de aquellos aspectos que presentan mayor debilidad y están pendientes de aprender. Este proceso siempre se produce en el seno de un proceso colectivo e histórico en el cual el sujeto se implica mediante su actividad productiva, la construcción de la propia autonomía tiene que poder realizarse dentro de una mayoría social, crítica, activa y que no se conforme fácilmente.
Concluyendo
La autorrealización es una disposición humana, natural o adquirida orienta a desarrollar la motivación de crecimiento personal, de aprendizaje, para la madurez y disfrute de lo alcanzado. Es un principio aplicable a los derechos humanos de las personas de edad que define que deben constituirse oportunidades de aprendizaje para el desarrollo personal y de completitud de la vida en la vejez.
Como proceso, posee un carácter de balance, por lo realizado durante todo el curso vital evaluando necesidades resueltas, objetivos y metas alcanzadas. De este modo la autorrealización puede ser esa vida culminada, un sentimiento de completitud o consumación, de gratificación por el crecimiento y el desarrollo todas los aspectos potenciales, pendientes y posibles.
Frente al vacío existencial en la vejez, la autorrealización es un “motor” que brinda voluntad de sentido para la vida, que se encuentra cuando se trasciende a los propios intereses y necesidades, por ejemplo cuando se asume el protagonismo de un voluntariado social entregando el tiempo y esfuerzo para el bienestar de “otro” que lo pueda necesitar.
Por lo tanto, la autorrealización es parte de un proceso que alcanzamos cuando estamos abiertos a nuevas posibilidades y experiencias. Es un aprendizaje permanente. La persona autorrealizada es alguien que acepta la responsabilidad de su comportamiento, que se acepta a sí mismo y a los demás, y se es capaz de adaptarse singularmente nutriendo todas las circunstancias de la vida.
Artículo original: https://aulamayor.com/2017/10/31/autorrealizacion-en-la-vejez/
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